Una alcaldesa no elegida lanza encendidos elogios a un político que resulta ser su marido. Todos les ríen las gracias y los halagos corren por doquier. Las peores sombras no son las que te siguen a cualquier lado. Son las que quedan recortadas contra el suelo (contra la pared) esperando que allí vuelva quien las estaba proyectando. Y esto es, justamente, lo que hay. Sombras del presente que son sombras del pasado.
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